jueves, 1 de julio de 2010

Están locos, estos romanos

Bueno, en medio de varias semanas frenéticas de exámenes, viajes, acontecimientos y cambios en mi vida, tomo un paréntesis para actualizar mi blog, que lo tengo abandonadito, y de paso os cuento la anécdota del día.

Voy a pasar una temporada en una ciudad nueva, así que entre búsqueda de alojamiento y esperas de transporte público, hoy decidí ejercer de turista, cosa que se me da bastante bien, dicho sea de paso. El caso es que con 36ºC a la sombra decidí sentarme en un banquito de un parque céntrico para comer algo ligero (vamos, un sandwich). En el proceso de preparación de la comida, se me cayó al suelo el paquete de queso en lonchas, y un hombre que estaba 3 ó 4 bancos más allá vino corriendo a recoger el paquete y entregármelo amablemente.

-Gracias, es usted muy amable, no era necesario.

Unos segundos después, vuelve a acercarse, y ante las pequeñas y blanquitas rebanadas de pan de molde sin corteza que estoy utilizando, insite en ofrecerme un bollo de pan vienés (llevaba en la mano una bolsa de una panadería cercana con varias barras de pan y no sé qué más).
"-Seguro que te gusta, mujer, pruébalo, es muy tiernecito y lo elaboran con un poco de azúcar y se llama así porque la receta procede de Viena, y bla bla bla" (una parrafada sobre la elaboración del bollo).

Me sentí muy extrañada ante tanta amabilidad, sobre todo teniendo en cuenta que quien me hablaba era un desconocido hombre mayor, con la camisa desabrochada casi hasta el ombligo, vaqueros desaliñados y chanclas (sin comentarios sobre las uñacas de las manos con las que sostenía el bollo en cuestión). Sonreí y rechacé el pan lo más amablemente posible, y el hombre se alejó decepcionado ("-qué pena, quería que lo probaras a ver si te gustaba...").

Terminé mi sandwich y mi zumo y como se estaba de lujo bajo los álamos, saqué mi libro (Sarmago, por supuesto) y me puse a leer. Qué tranquilidad...

No llevaba ni una página cuando se acerca otro hombre, aún mayor que el anterior, corpulento, tuerto y mejor vestido. Me comenta lo bien que se está a la sombra y lo hermosa que soy, se presenta como Pepe y me estrecha la mano. Me pide permiso para sentarse en el mismo banco que yo. Le digo que no me importa (y quién soy yo para prohibirle sentarse en un banco público), pero que estoy leyendo y me gustaría seguir. Así que el hombre se sienta sin molestarme y al poco me pregunta si me importa que fume. Se enciende un puro, y se queda sentadito y calladito, mientras yo sigo leyendo. Un par de páginas más adelante, se levanta, se despide con un nuevo apretón de manos y un piropo y se va. Finalmente, se sienta al otro lado el parque, de espaldas a mí.

Qué cosas...
Como diría Obélix: "Ils sont fous, ces romains"



3 comentarios:

  1. desprendiendo un aura distinta?
    ... o el calor o todos querían conocer a la chica de la banca en el parque!

    jajaja

    Q bueno estar de paseito!
    Disfruta mucho!
    BSS,
    :D

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  2. ajaja que gracioso!!

    vaya, me ha recordado a la peli Chocolat....

    a seguir triunfando!

    besos!

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  3. Caras extrañas que cambian el día,
    que te acompañan y te sacan más de una risa...

    Que tiene se aire que le falta al mío?

    regálanos un poquito.... ;D

    bss,

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