sábado, 3 de abril de 2010

La siesta más larga del mundo

Generalmente, los problemas terminan por solucionarse.
Pero en el momento en que los vives te atrapan de una manera trágica, angustiosa. Tanto que parece que nunca saldrás de ahí. En el proceso somos incapaces de ver más allá y suponer que tarde o temprano todo pasará.
Incluso cuando casi está solucionado, la angustia se agarra y el cuerpo se tensa hasta el infinito. Y cuando al fin todo termina, cuando soltamos el peso, el cuerpo responde con una relajación extrema y no somos capaces ni de moverlo.
Esta ha sido mi Semana Santa. Espero que nunca se repita.
Hoy he dormido la siesta más larga del mundo...

3 comentarios:

  1. Querida J.
    Se te echaba de menos. Espero que hayas soltado tal lastre de manera definitiva.
    En ocasiones, de manera inconsciente nos aferramos a esa carga, más de lo que debemos, más incluso de lo que estamos dispuestos y, lo que es más importante, de lo que estamos preparados para soportar. Pero hay algo en nosotros que no nos deja desprendernos de ello, que nos hace abrazarlo fuerte, aun a sabiendas del daño que nos causa. Y es entonces cuando esa fuerza que desconocemos, esa garra oculta, salta y nos ayuda a desprendernos de ese peso, bajo un estomagante dolor , y quedamos exhaustos, con una gran sensación de vacío, incluso me atrevería a decir que de soledad, pues aunque doloroso, el lastre ha sido parte de nosotros y como tal notamos su ausencia. No es hasta después de esa tan necesitada siesta, cuando nuestro cuerpo, y con el nuestra vida comienza a caminar sola de nuevo.
    ME ALEGRA VER QUE HAS VUELTO.

    ResponderEliminar
  2. He vuelto, sí. Home sweet home.
    Gracias por estar aquí.

    ResponderEliminar
  3. Sea la siesta más larga del mundo o pequeñas siesticillas de cuando en cuando, bienvenidas sean.

    ResponderEliminar

Escribe en la servilleta